El orgullo de hablar español

Con 470 millones de hablantes nativos, 6,7% de la población mundial, el español es la segunda lengua más hablada y genera una riqueza que roza 10% del PIB mundial

Gitanjali Wolfermann @GitiW

En un mundo globalizado, un idioma compartido por 548 millones de personas –si a los hablantes nativos se suman aquellos que lo adquirieron como segunda lengua-, representa un pasaporte privilegiado a un territorio cuyas riquezas, culturales y comerciales, son inconmensurables. 

Mientras que en el mundo se hablan entre 6500 y 7000 lenguas, solo en Venezuela se estima que hay 31 lenguas indígenas, la mayoría en peligro de extinción, hablar español significa compartir la segunda lengua nativa más hablada, luego del chino mandarín. 

A diferencia de este último, cuya proporción de hablantes está decreciendo, la población mundial que habla español está en plena expansión, al punto de que dentro de 3 generaciones, 10 % de la población hablará el idioma, revela el Instituto Cervantes en su informe de 2014.

Carlos Leáñez, profesor del Departamento de Idiomas de la Universidad Simón Bolívar, apunta la primera ventaja de compartir el español como herramienta comunicativa: “Los tres grandes códigos lingüísticos –léxico de uso corriente, ortografía y gramática-, están consensuados mediante la Asociación de Academias de la Lengua Española”. 

Lo que parece un tecnicismo, es en realidad un factor clave para la adecuada comunicación de los hablantes de una misma lengua, con independencia de las fronteras geográficas; las cuales abundan: 23 países tienen el español como lengua oficial y en otras 26 naciones es hablado por un porcentaje significativo de la población. 

Para muestra, actualmente en los Estados Unidos 52 millones de personas hablan español y se estima que para 2050 será el primer país hispanohablante del mundo. Por su parte, Brasil prevé que dentro de una década, 30.000.000 de sus ciudadanos hablarán español. Cifras del Instituto Cervantes señalan que hay 20.000.000 de estudiantes de español como lengua extranjera (6 %), lo que lo ubica en tercer lugar luego del francés (7 %); el inglés domina de lejos la demanda con 69 %.

Cuestión de identidad

Leáñez sostiene que la ventaja de compartir el español va más allá de la función comunicativa. “Los hispanohablantes somos un cuerpo histórico cultural muy claro: base católica y un mismo idioma; pero la implantación del español es más reciente de lo que pensamos. Cuando se fueron los españoles, cuya labor evangelizadora se realizó fundamentalmente usando lenguas indígenas, sólo 33 % de la población hablaba el idioma, es a partir de la Real Cédula de 1777 que se oficializa el español, cuya expansión vendría finalmente en la era republicana con la escolarización”.  

Don Quijote de la Mancha, obra insigne del idioma español

Quizás por aquello de que es más fácil ver las diferencias que las semejanzas, apreciar la noción de ser un solo cuerpo se hace difícil cuando este tiene sobre sí 23 cabezas. No obstante, Leáñez sostiene que vistos desde afuera, los hispanohablantes tenemos una imagen muy unificada como conjunto. 

“En una visión macro nos ven como personas alegres, con un amplio rango emocional y con gran capacidad para la solidaridad. Nos valoran como personas que saben qué hacer con el ocio y con un gran disfrute de lo sensual. El imaginario de la cultura en español es muy atractivo. Tenemos fama de simpáticos y hospitalarios, lo cual se evidencia en palabras y expresiones que han sido adoptadas de nuestro idioma: fiesta, salsa, siesta, amigo, tu casa es mi casa, bésame”. 

Megalengua del conocimiento

La robustez del español se evidencia tanto en el contexto editorial impreso como en el terreno digital. De acuerdo al Instituto Cervantes, la producción editorial en español en los Estados Unidos genera ingresos anuales que rondan los 350 millones de dólares.

En España, en 2014 se publicaron 72.416 libros de los cuales 26% correspondieron al sector digital, según datos de la Agencia del ISBN. Los hispanohablantes también se benefician del hecho de que España ocupe el noveno puesto a nivel mundial en producción científica, lo cual permite acceder al conocimiento de manera directa, sin que medien traducciones. 

Con 7,8 % de los usuarios comunicándose en nuestro idioma, el español es la tercera lengua más usada en Internet. En redes sociales como Facebook y Twitter, es la segunda lengua más usada, incluso en ciudades anglófonas como Londres o Nueva York. En Wikipedia, si bien se divulga información en 285 lenguas, la quinta en recibir más visitas es la española.

El profesor Leánez argumenta que el pasaporte que representa una megalengua como la nuestra, facilita la apertura, la libertad y el intercambio amplio de conocimientos diversos, lo cual resulta más difícil en comunidades más pequeñas. “Hablar español es como viajar en un trasatlántico, aunque algunos perciban que se trasladan en una chalana”, asevera.

Como la UE, pero al revés

La valoración como un conjunto cultural nos aporta una tercera ventaja: soft power, entendido en el campo de las relaciones internacionales como ese poder blando sustentado en una cultura ampliamente compartida, que permite incidir en materia política y económica.

De acuerdo al informe más reciente del Instituto Cervantes, compartir el español aumenta un 290 % el comercio bilateral entre países hispanohablantes. Partiendo de un universo que supera 500 millones de personas, las oportunidades de realizar transacciones comerciales se multiplican, de hecho, se estima que la contribución actual del conjunto de hispanohablantes al PIB mundial es de 9,2 %.  

“El español tiene un presente luminoso y un futuro brillante. Hoy somos la clase media del mundo: una población en pleno crecimiento y con potencial para prosperar. Nuestro futuro será radiante en la medida en que consigamos coordenadas jurídico políticas que nos den mayor sinergia, como ya está ocurriendo con la Alianza del Pacífico”, argumenta el profesor de la USB. 

Leáñez apunta que “nosotros somos una especie de Unión Europea al revés: allá hay libre circulación de bienes y personas, con la traba de manejarse en idiomas distintos; aquí lo difícil está hecho, que es compartir un idioma y una base cultural. Creo que en la medida en que pongamos sobre la mesa ideas de unión y estas logren arraigo, generaremos una dinámica y una sinergia sin precedentes. Creo que terminaremos por entendernos porque tenemos miles de razones para hacerlo”. 

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