El ABC de emprender

La falta de una metodología que dé pie a un desarrollo estructurado es la causa más frecuente de que 80 % de los emprendimientos a nivel mundial, fracasen antes de cumplir 3 años

Gitanjali Wolfermann @GitiW

En algún punto de la madrugada surgió la idea que desveló al futuro emprendedor. Era una idea que cambiaría el mundo. Una idea que lo haría millonario. Un ruido intermitente interrumpió la ensoñación. Hora de ir al trabajo. 

Alejandro Bermúdez, director del Grupo Supernova –empresa venezolana fundada en 2004 para promover el desarrollo de proyectos innovadores-, asegura que aunque las motivaciones para emprender varían, todos los proyectos tienen una base común: una idea. “En esa fase inicial la idea es algo impreciso, sin estructura, por lo que es susceptible a muchas mutaciones. Lo único claro en ese punto son las ganas de emprender”. 

Emprender, aclara Bermúdez, es un proceso de aprendizaje constante, y como tal, requiere el apoyo de una metodología que como primer paso, transforme la idea del emprendedor en un concepto, vale decir, la idea dotada de una estructura para le permita convertirse en un negocio viable. 

Sin dolor no hay negocio

Cada emprendimiento debe partir de una necesidad. Bajar de la idea al concepto implica justamente identificar cuál es el problema concreto al que la propuesta busca dar solución. “El desafío de esta fase es entender si el problema que se quiere resolver le causa dolor a alguien, es decir, si parte de una necesidad real de una persona específica”, puntualiza Bermúdez.  

Gustavo Reyes, director de Wayra Venezuela –aceleradora de proyectos de emprendimiento-, coincide en que es crítico determinar si la idea surge por un capricho personal o si en efecto responde a una necesidad. “Hay innovaciones que no resuelven ningún problema y en consecuencia, son proyectos que comúnmente fracasan”.

Ambos expertos señalan que en esta fase el emprendedor suele estar muy apegado a su idea original y le cuesta entender que seguramente tendrá que ajustarla, o incluso en algunos casos descartarla completamente. 

 “La inquietud de muchos emprendedores en esta etapa es encontrar la forma de validar lo que les dice su intuición: que la necesidad existe y que su idea les dará la oportunidad de resolverla”, señala Bermúdez, quien añade que justamente por esa razón, la metodología del Grupo Supernova busca poner al emprendedor en contacto con la realidad lo más temprano posible.

“Más que realizar un estudio de mercado, la primera tarea del emprendedor es encontrar una persona real que tenga el problema que propone resolver”, comenta Bermúdez. Explica que de este encuentro va a surgir la primera validación, pero además, obtendrá información muy importante que le permitirá diferenciar su propuesta, es decir, precisar cuál es su verdadero valor. 

Qué, para quién y para qué

Tanto en la metodología del Grupo Supernova como en la de Wayra Venezuela, el segundo paso que debe dar el emprendedor en procura de definir su concepto es entender perfectamente qué es lo que propone, a quién está dirigido y para qué sirve. 

Reyes argumenta que en esta etapa exploratoria, más que hablar de un plan de negocios –el cual se compone de variables financieras de las que posiblemente no se tenga información precisa-, lo oportuno es formular un modelo de negocios. 

“Existen muchos modelos, entre ellos el Modelo Canvas, en el cual el emprendedor cubre 9 áreas que formarán la estructura básica de su propuesta. Este análisis de variables incluye la  definición de actividades; determinación de recursos necesarios; segmentación de clientes; estructura de costos y proyección de ingresos, le permitirá al emprendedor mapear su idea y entender la magnitud de su proyecto”, apunta el director de Wayra Venezuela. 

Por su parte, Bermúdez destaca que en aras de la eficiencia, es recomendable que el emprendedor elabore esa primera estructura con la información recabada de su contacto con el cliente, aquel que en la fase anterior le ayudó a validar el problema.

“El emprendimiento se basa en el aprendizaje y en ese sentido, la retroalimentación es vital. Bajo nuestra metodología, el modelo de negocio se desarrolla de la mano con el cliente, ya que es una forma simultánea de validarlo”.

Del C=1 a Walking Dead

Una vez definida la propuesta de valor es necesario ponerla a prueba. “Una prueba de concepto debe contener los elementos más importantes de la propuesta de valor y acercarse lo más posible a la ejecución final, esto para entender qué funciona y qué hay que ajustar”, afirma el director del Grupo Supernova.

El objetivo de esta fase es lograr un cliente súper satisfecho, o C=1. “Todo negocio que arranca tiene que contar al menos con un cliente súper satisfecho. En esta etapa el emprendedor debe transformar una masa etérea de potenciales clientes en una persona concreta que demuestre que el concepto es válido y la experiencia es replicable”. 

Para el director de Wayra Venezuela, la aceptación por parte del mercado es la mejor forma de validación. “Para una startup, la tracción –métrica que registra el progreso en la aceptación de un modelo de negocio- es una forma concreta de ratificar el valor de la propuesta, ya que evidencia que existe un mercado para el concepto creado”.

Reyes explica que en la jerga propia del emprendimiento, a quienes insisten en modelos de negocio que no evidencian una tracción positiva –y que se resisten a modificar su propuesta de valor-, se les conoce como Walking Dead, en alusión a los personajes de la serie de televisión que vagan sin rumbo y que eventualmente irán al Valle de la Muerte, otro término empleado para designar el lugar donde terminan más de 80 % de los emprendimientos a nivel mundial. 

Tanto encontrar el C=1 como medir la tracción, sirven como indicadores para avanzar a la siguiente fase del proceso de emprendimiento: armar un caso de negocio para presentarlo a potenciales inversionistas. 

Bermúdez sostiene que el camino recorrido por los emprendedores hasta este punto, por una parte le habrá servido para ganar conocimiento sobre su propuesta y poder cuantificarla: esto es, evaluar su potencial de mercado y determinar la inversión que requerirá; y por otra, le habrá permitido crecer en confianza ya que en una escala mínima, tiene la certeza de que su modelo funciona.  

“Por lo general, la mayoría de los emprendedores que arrancan un negocio lo hacen pidiendo favores a sus familiares y amigos, lo cual los pone desde el comienzo en una posición desventajosa. La idea es que el emprendedor entienda que no se trata de pedir, sino de ofrecer una oportunidad de participar en un negocio que ya probó que es exitoso, lo cual es un enfoque radicalmente diferente”.

Talento + Oportunidad

Bermúdez señala que el emprendedor en Venezuela, además de pelear la batalla que le es propia –estructurar su proyecto, lograr sus primeros clientes, etc.-, pelea además una batalla con el entorno. “Hoy los emprendedores nacionales tienen un nivel de frustración muy alto, alimentado entre otras cosas, por el contraste entre quienes se enriquecen con actividades que no aportan valor al país, y los que como ellos, buscan echarle pierna cada día aunque el camino sea cuesta arriba”.

Reyes argumenta que si bien el talento venezolano está muy golpeado, este contexto está lleno de oportunidades derivadas de un país con innumerables carencias. “El momento del emprendedor no es el pasado ni el futuro, es el presente. Trabaja con lo que tiene ahora. Es por eso que debe ser observador, curioso, arriesgado y sobre todo, persistente”. Bermúdez completa la descripción: “Son unos guerreros, nuestros héroes contemporáneos”.

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