¡Votemos por el diputado suplente!

Entre la afición por las inhabilitaciones arbitrarias y el poco compromiso de algunos diputados principales, ser diputado suplente ha dejado de ser un rol secundario en la Asamblea Nacional. En promedio, los suplentes cubrieron 12 % las inasistencias de los diputados principales durante el período 2011-2015 y en algunos casos “el quite” se extendió hasta 72 %

Gitanjali Wolfermann @GitiW

Una foto del jueves 16 de agosto de 2010, tomada en la calle Negro Primero del municipio Baruta, es fiel reflejo de cuán impredecible es la política: de brazos en alto, manos entrelazadas y semblantes jubilosos, aparecen los cuatro abanderados por la Unidad Democrática para representar el circuito 2 del estado Miranda, a saber, María Corina Machado y su suplente, Ricardo Sánchez; Enrique Mendoza y Ángel Medina, su suplente. Al cabo de cinco años, solo el último aparece en el cuadro. 

Así, con la confianza propia de los inicios, poco imaginaron los vaivenes políticos que sobrevendrían: la crónica inasistencia de Mendoza desde 2011; la salida de Sánchez de las filas de la Unidad en 2013; la arbitraria defenestración de Machado en 2014; la obligatoriedad de Medina de asumir la curul permanentemente y en solitario. 

Por ser el único representante de la Unidad Democrática de un circuito que arrancó con cuatro diputados, el caso de Medina es bastante singular; no obstante está lejos de ser un referente aislado. Al revisar el récord de asistencia de la Asamblea Nacional de este período, la media de asistencia de los diputados suplentes rondó el 12 %; aunque al menos una decena de suplentes cubrió las inasistencias de sus diputados principales en un rango que osciló entre 30 y 70 %. 

El promedio de asistencia de los diputados principales hasta junio de 2015 es 73 %, es decir, que aun con el uso y abuso de la figura del diputado suplente las inasistencias generales sumaron 15 %. Vistos los números, eso de trabajar “en llave” no ofrece en la práctica mayor garantía de eficiencia en la gestión legislativa. Acaso habrá que preguntarse si tal era, en primera instancia, el objetivo. 

Los suplentes más activos

El récord de más suplencias lo ostenta Juan Carlos De Sousa (Anzoátegui) con 72 %; su diputado principal, Jacinto Romero Luna, únicamente ha asistido a 4 % de las sesiones en todo el período. Aun con este antecedente, Romero Luna se postuló para las primarias de la Unidad con el fin de ser reelegido, no ganó. Pese al esfuerzo de De Sousa, la inasistencia de esta dupla asciende a 24 % y solo entregaron un informe de gestión en 2012.

Con 68 % de asistencia, Ángel Medina (Miranda) ocupa el segundo lugar entre los más activos; Enrique Mendoza –su diputado principal- suma 11 % de asistencia; tienen una inasistencia combinada de 21 %; ninguno ha entregado un informe de gestión. Sigue Luis Barragán (Aragua), quien con 56 % de asistencia cubre desde 2013 la curul de Richard Mardo; entre ambos acumulan 14 % de inasistencia. De acuerdo con la información de la página de la Asamblea, ninguno ha entregado un informe de gestión. 

En cuarto lugar está Willians León (Aragua), con 51 % de asistencia; destaca que su diputada principal, Rosa León, tiene un récord de asistencia de 53 %, lo que implica que ambos han coincidido en algunas sesiones –cosa que no redundó en mayor eficiencia ya que ninguno ha presentado informes de gestión-. El Reglamento Interior y de Debates no específica si la coincidencia de asistencia implica la remuneración de ambos diputados. 

Ana Morales (Barinas), ha suplido 44 % de las inasistencias del diputado Geovanni Peña, cuyo porcentaje de asistencia es 32 %; la curul de esta dupla ha estado vacía 24 % del período legislativo y ninguno ha presentado informes de gestión. En sexta posición está “la llave” conformada por el diputado principal José Sánchez (Zulia) y su suplente Nora Bracho; sus porcentajes de asistencia son 46 % y 44 % respectivamente; la inasistencia combinada es de 10 %. Sánchez ha presentado dos informes de gestión correspondientes a 2014 y 2015. 

La dupla conformada por Guerrero Gabino y Miguel Pizarro (Táchira) tiene un porcentaje de inasistencia de 16 %. Al menos en papel –es difícil registrar los casos en los cuales el diputado principal firma y se va-, ambos han asistido a idéntico número de sesiones, 42 %. Ninguno ha presentado un informe de gestión. Tanto equilibrio en la asistencia generaría dudas, si no fuera porque el diputado principal declaró que desde el principio, su visión fue de paridad en la participación para darle oportunidad al joven representante. 

¿Vas tú o voy yo? 

De acuerdo con Juan Manuel Raffalli –abogado experto en Derecho Constitucional y diputado suplente de Gerardo Blyde en el período 2000-2005-, el rol del diputado suplente no se concibió para evadir las responsabilidades del cargo, sino como una suplencia eventual ante la ausencia del diputado principal. 

“El deber ser es que el diputado principal asuma cabalmente su responsabilidad; en caso de ausentarse, deberá notificarlo para que se proceda a incorporar al suplente; esto por una razón política: los diputados son los representantes de los estados y estos no deberían estar sin representación”.

Raffalli explica que reformas al Reglamento Interior y de Debates permitieron que principal y suplente se incorporasen a la misma sesión, con miras a que si uno se ausentaba el otro asumiera sin dilación; aclara que no está prevista la incorporación simultánea y mucho menos los acuerdos previos sobre cuotas de participación. 

“Se ha hecho costumbre que los principales dejen que sus suplentes asuman funciones de manera regular, lo que defrauda la norma constitucional en al menos dos aspectos: en función del mandato directo recibido en la elección (Art. 186); y al asumir otras obligaciones laborales –salvo actividades docentes-, que les impidan dedicarse de manera exclusiva al rol parlamentario (Art. 197)”. 

“Si tienes diputados principales que no aparecen en todo el año, posiblemente estén asumiendo otras actividades laborales; inclusive las reiteradas desincorporaciones de diputados para asumir encargos del Poder Ejecutivo es una forma de impedir el cumplimiento de este artículo”. 

El informe Monitor Legislativo publicado en abril de este año por la organización Transparencia Venezuela, da cuenta de al menos 13 casos de diputados, entre principales y suplentes, que pasaron a asumir otros cargos por solicitud del Poder Ejecutivo; tres de ellos se incorporaron a la Asamblea Nacional una vez finalizada la asignación.

Para el jurista Tulio Álvarez, el diputado suplente pasó a ser un recurso flexible cuyo valor es ahora más importante que el estimado originalmente. “Para entender la problemática de la suplencia hay que partir de la importancia que tienen las reglas del debate parlamentario y la visión de pluralidad; la figura del suplente en realidad fue ideada como una fórmula de intervención directa de la mayoría, para hacer quórum y quebrar la correlación de fuerzas”.

Álvarez destaca que en la tradición constitucional venezolana, el rol del suplente ha estado más regulado. Señala que la flexibilidad actual tiene un objetivo: “Se ha activado un proceso de inhabilitaciones y de compra de conciencias para cambiar posiciones políticas; lo hacen teniendo como estrategia la salida del principal para incorporar a un suplente cuya posición les sea afín”. 

Si hay dudas acerca de cuánta diferencia puede representar un suplente, basta recordar que solo hizo falta el voto de uno, Carlos Flores (Monagas), suplente de María Aranguren, para aprobar la reciente ley habilitante. Toda una deformación del sentido original de la frase “el poder de uno”. 

“Hay que recordar hechos como que el narcotraficante Pablo Escobar llegó al Congreso colombiano como diputado suplente en 1982; y que aquí, en 1953, Pérez Jiménez se juramentó frente a un Congreso lleno de suplentes porque los principales no quisieron convalidar el fraude. Muchos llegan calladitos, desconocemos tanto su capacidad para el cargo como su compromiso ético. Si con dificultad los electores saben quiénes son los principales, imagínate esperar que sepan quiénes son sus suplentes; muchas veces no se saben ni el nombre y en consecuencia su legitimidad pasa a ser mínima”, apunta Álvarez. 

Puertas adentro

“Uno de los grandes aprendizajes que ha dejado este período parlamentario es que ha demostrado que así como hay que tener mucho ojo y control sobre quiénes son los diputados principales, de la misma manera hay que ser muy celoso con la escogencia de los candidatos a suplentes; no pueden ser relleno de planchas, sino personas comprometidas. Definitivamente hay que tener muchísimo cuidado”, el diputado Juan Carlos Caldera habla desde la experiencia.

“Lo digo por mi caso [tras su renuncia en 2014, su período lo terminó su suplente, José España] o el caso del suplente de María Corina Machado; o cuando estuvieron en la persecución del diputado 99 y buscaron la manera de quebrar a principales y suplentes. En términos de la lucha política, el suplente debe tener tanto compromiso y tanta visión de cuerpo como el principal”. 

Caldera describe que ese proceso de escrutinio se da a lo interno de cada partido político. “Diría que 70 % son personas con identidad política y experiencia en áreas específicas, como economía o manejo de servicios públicos; pero lo fundamental es velar porque el suplente tenga el mismo perfil y el mismo compromiso que el principal. No es que como va a ser suplente no importa, pon a cualquiera ahí; no es así, tiene que tener el mismo perfil, el mismo compromiso. Juegan roles distintos, pero son igual de importantes”. 

Aclara que el suplente no está para ejercer en paralelo la gestión del diputado principal. “En la vida parlamentaria interna su rol depende de dos cosas: la vocación parlamentaria del suplente y el compromiso que tenga de hacer vida parlamentaria; y de la oportunidad que el diputado principal y la dinámica parlamentaria le brinden. El suplente, al final, puede desarrollar una carrera parlamentaria más allá de si está supliendo o no al principal”. 

La directora ejecutiva de Transparencia Venezuela, Mercedes de Freitas, destaca un riesgo derivado de la excesiva flexibilización del rol del diputado suplente: “Si ya no tenemos ninguna garantía de que el diputado principal, quien recibió el mandato directo, hará su trabajo, atenderá su circuito, irá a las comisiones –que es el trabajo parlamentario más duro e importante-, y publicará sus informes; qué nos garantiza que el suplente sí lo va a hacer; y quién se lo va a exigir, si muchas veces ni siquiera los conocemos”. 

The last man standing

“Este período parlamentario ha generado lo que yo llamo diputados sui géneris, que son suplentes que parecen principales. Mi caso es quizás el más singular: de los cuatro diputados principales y suplentes que se eligieron en 2010 por mi circuito del estado Miranda, hoy solo quedo activo yo en la Asamblea Nacional. Mendoza que no está presente; Machado salió y Sánchez no forma parte de la Unidad Democrática; de esa intención de voto por cuatro personas, solamente queda hoy, al cabo de 5 años, mi persona, un suplente”, dice Ángel Medina. 

Medina explica su visión del trabajo: “Yo parto de la idea de que cuando la gente votó por la Unidad votó por todos los candidatos de la Unidad; por una misma alternativa que constaba de un principal y un suplente; al no estar presente el diputado principal, mi tarea ha sido estar ahí para cumplir con ese mandato, esa es mi intención; si lo que he hecho está más allá de lo que plantea el Reglamento Interior y de Debates ha sido para mantener presencia, por los electores que votaron para que ese diputado con su suplente ocuparan una curul. El espíritu es que el elector nunca deje de estar representado”. 

Partiendo de la experiencia de este período legislativo y considerando la ráfaga de inhabilitaciones a priori de cinco candidatos de la MUD, la reflexión sobre el rol del suplente cobra renovada importancia. “Es un buen momento para pensar acerca de la necesidad de que las fórmula políticas que abra la Unidad Democrática sean completas, que tengan un buen equipo de principal y suplente que den la cara. No puede ser suplente alguien que solo representa la cuota de un partido o porque es el que quedaba, ya que puede suceder que al final, sea el suplente quien asuma la curul”. 

Miguel Pizarro, otro de los sui géneris, trasladó a la Asamblea Nacional en 2010 el liderazgo que desarrolló en sus años como dirigente estudiantil en la Universidad Central de Venezuela. Electo en un proceso de primarias para ser el suplente de Gabino Paz, ha terminado asumiendo de facto la mayor parte de las responsabilidad parlamentarias. 

“La participación en las comisiones ha sido fundamental, es el trabajo real, el que no se ve y pocos quieren asumir. El rol de muchos suplentes ha sido muy activo, somos personas que queremos trabajar, llevamos propuestas y nos integramos al trabajo en las comisiones”, describe. 

Señala que más allá de las oportunidades derivadas de las inasistencias del diputado principal, la figura del suplente termina destacando por mérito propio. “Cada uno depende de la responsabilidad con la que asuma el rol y de su compromiso con el trabajo parlamentario. Esto va más allá del cargo, que es pasajero, lo que haces es lo que queda”. 

Ahora que tanto Medina como Pizarro tienen la vista puesta en el próximo período parlamentario con sendos roles principales –el primero por el estado Bolívar y el segundo por Miranda-, la última pregunta estaba prácticamente cantada: ¿Ustedes confían en sus diputados suplentes?; y con la confianza propia de los inicios respondieron que sí, completamente. Tómense la foto, por favor. 

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